lunes, 18 de julio de 2011

soy tu sinónimo


Prefiero un huracán a una llovizna, una cosecha arrasada a choclos imperceptiblemente podridos bajo su chala, una afirmación a un balbuceo, una decisión a un titubeo.

Prefiero un solo género, un sentimiento nítido, un insulto a una frase sin terminar; una mala decisión, aunque tenga que desvivirme por resarcirla, a un prometido pero pendiente compromiso. Prefiero que me trague un mar de brea a envejecer sólo salpicado por el agua del estanque. Las cosas claras me caen bien. Jamás mi literatura será la borra del café.

Rehúso aburrirte con mis promesas redundantes. Elijo, en todo caso, darte mi grito o mi silencio, pero dejar de hastiarte con histeriqueos de santo. Ser o no ser, estar o no estar, hacer sí o hacer no, dejar para siempre de vivir por la mitad.

Renuncio a ser grande de fluctuaciones. Yo quiero ser uno entero, convincente, de una pieza y un corazón; un hombre de palabra, una ovejita cabal, yo no quiero ser legión. Porque los híbridos son tus antónimos y yo desespero por parecerme a vos. Te lo rugo en la cara: soy tu sinónimo, vos me hiciste así, a vos te pareció hermoso crear mi identidad de esa manera. Soy tu sinónimo, no te lo olvides, tratáme de acuerdo a eso, me muero si te olvidás.

Miles de miles se autodenominan tus hijos y miles de miles vomitados serán desde tu mismísimo hígado, raspándote la garganta, impelidos con fuerza de padre a través de tu sagrada boca. Los híbridos son tu tristeza, tu amargura, especies de otra semilla, los terroristas del cielo, ni siquiera tus adoptivos.

Prefiero sufrir por apartarme de vos a andar los almanaques, las calles, las noches escondiendo tu paternidad de mí, o negando que llevo tu ADN. Vos no creás experimentos. Seis días invertiste en dar vida a prototipos plenos. El hombre no es tu ensayo, ni tu intento, ni tu miedo. Tus hijos son tu obra mejor. Vos creas vidas puras, corazones totales, espíritus completos. Jamás soplaste vida sobre adefesio alguno.

Vivir por la mitad, decir una cosa y hacer otra, prometer y no cumplir, pasarse los años siendo tibio, gris, solamente sombra, solamente antónimo. No jugarse, no optar, frenar tu prestigio, adorar la vergüenza, coronar al miedo.

Tengo extenuada mi primavera. Estoy gastado de mi hibridez y de la ajena, saturado de los compromisos empujados por la emotividad y la culpa. La culpa no es una forma de adorarte.

Me asfixian los lugares comunes, las identidades mixtas, los profetas hechos de telgopor. Estoy harto de que cueste tanto decirte la verdad sin pelos en la lengua. Ningún híbrido te refleja ni puede ser tu embajador. Ser o no ser, estar o no estar, hacer sí o hacer no, dejar para siempre de vivir por la mitad.

Prefiero el infierno verdadero a un cielo de mentira. Prefiero guardarme en la carpintería y no chacotear de cruz en cruz. Ya dejé de aburrirte con mis reconsagraciones. Seré tu prófugo o seré tu amigo, jamás tu antónimo ni tu híbrido. Y por tu coraje, por tu bendito coraje soy uno que lucha y carga su cruz y se cae pero no se mata.


Ayudáme, por favor, a ser tu sinónimo. Me incendia el corazón querer ser una oveja tuya. Secá mis lágrimas con tu aliento, germiná tu gracia entre mis desiertos; vos mejor que nadie sabés lo agotador que es estar en mis zapatos.

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