viernes, 4 de mayo de 2012

incandescencia



Nunca sos mi última opción, nunca estás por si las moscas, has provisto mi vida con las oportunidades necesarias, nunca me dejo diagnosticar por la televisión. Y voy a tu vera, y soy el que sueña con los ojos abiertos y la mente fértil a vos. Desanude la soga esta mañana, otra vez me doy cuenta de que matarse es estar vacío y yo tengo tu voz en mi jardín.

Tu voz crece en mi voz, tu voz amalgama cielo y tierra, el amor y el caos, la polución y tu sangre en un sonido nuevo, único, un tono que abraza, una textura que hospeda, palabras hijas de tu Palabra. Dame más profecía que quiero estar siempre listo.

La calle clava dependencia en cualquier intento de libertad, la calle no le saca provecho al hombre, al contario; todos en la calle son ninguno, todos están hervidos, nadie mira a los ojos pero casi todos miran las braguetas y las tetas. Con tanta urgencia genital, reposar es una rareza, gimnasia exótica venida desde Belén. Y vos sos mi reposo, y mi escudo, y mi yelmo, y mi porción. Vos sos en quien primero pienso, a quien primero voy; intento que mi amor coincida con las decisiones que tomo, los dos sabemos que muchas veces mis reacciones no te aman nada, te desconocen, aunque nunca te reniego.

Me sigue asombrando tu luz en mis sombras, tu verano infinito sobre mi invierno elemental, tu voz brotando por mi voz. El jardín se alegra de verte llegar, yo más que el jardín me alegro de verte llegar y de que te quedes, no un rato, no una batalla, sino siempre, siempre.

GRACIAS.

Tu voz recuperó mi camino y el desierto es un lugar en el que no me centro porque estoy viendo tu futuro y tu esperanza. Vengo de vos, voy a vos, vuelvo a tu voz. Esta noche avanza con las luces bajas; de tu incandescencia salgo refrescado.

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