lunes, 4 de marzo de 2013

en traducción

El más tremendo gesto de buscarte es andar derecho, seguir tus pisadas, estar a cuentas, obedecerte por sobre el tumulto emocional. En el camino de entresacar lo precioso de lo vil, con nada hay que hacer la excepción. Todo pesa, todo suma, todo está puesto en revisión, todo es lo menos que te merecés, pero para obedecerte primero tenés que accionar vos, porque mi desvergüenza se va a las manos contra tu pureza y los demonios saben que soy permeable. Por eso tu manto de piedad tiene que cubrirme siempre, desde antes de la concepción hasta después del después.

Yo estoy de acuerdo en obedecerte, como también asumo que la tensión de la mente me lleva a hacer estragos sin un ápice de reacción. Me sos imprescindible para recapacitar antes de detonar la bomba.

Ordená mis pasos. Vení a ayudarme a boxear contra mi cinismo. Dame cintura, dame tu agua, dame la estrategia del campeón.

Sos mi guía pero sos mi escolta, sos mi amigo pero sos mi guarda, sos el sol que sale sobre justos e injustos y sos esas expensas pagadas tardísimo en una sucursal que abre temprano. Nada de lo bueno es aparte de vos, nada que yo quiera te excluye ni te menosprecia. Sos mi alteza, mi rey, el mecenas de la corte en la que hablo y en la que toco fondo para llegar al abisal corazón personal.

Me sos imprescindible para recapacitar antes de detonarme porque el peligro soy yo, un hombre-bomba sin siquiera una cultura o una mentira como atenuantes.

Por sobre tanto bla bla bla, tu Espíritu traduce lo que no me sale decir.

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