sábado, 25 de junio de 2011

sábado a la tarde

¿Qué busco afuera que no encuentre en tus brazos? ¿Qué calor extraño me sabe mejor que el abrigo de tu abrazo? Paz en el Padre, protección en la calma, alivio en casa.

Afuera se agitan los impactos que duran un tris, los asombros que se evaporan cual vapor, los fuegos artificiales que prometen una luz que jamás van a cumplir. Volver al misterio y la inocencia me llevará a fundar empresas, a soltar amarras, a abrir estas alas de mayor extensión que el Ecuador.

Trópicos sin horóscopo, piel que comenta la paz, lucidez de sábado a la tarde mientras en el piano suena el Blues de la Enfermería de San Jaime. Estamos cantando algo, las texturas unas sobre otras producen calor en tono.


Siempre estás, siempre sos, el infierno te teme y el Maldito ya sabe que más temprano que tarde será un triste desempleado.

domingo, 19 de junio de 2011

hasta que llegue a casa

La codicia se vuelve inofensiva cuando no hay nada por ganar. Se desentiende el trofeo de su competidor, del ambicioso torpe que elucubra estrategias destinadas a la nada porque no conducen a la meta, porque son harina de otro costal. No tiene la culpa la codicia de ser flauta muda en manos del encantador de serpientes. Ponzoña en los tejidos, sal en la arena, hielo en el alud; tu boca que pasa en record sin articular palabra.

La ciudad se echa a rolar sobre una poltrona de pólipos y fumones, gritos y susurros, recuperaciones y alargues, camas muertas y cuerpos reyes. El parque automotor es un sinsentido ciudadano, inflamado por ediles que explotan estacionamientos mientras en las calles no cabe un vehículo más. Lucro de los hurtadores, dolo de los mendaces; si liberaran las arterias Rosario respiraría mejor.

Yo respiraría mejor sin smog en las venas, con mi boca en eje así como mi pulsión.

Pasás a tempo record, tu sombra dura más que vos, y un sol de mercurio miente que amanece.

Nada va a cambiar del todo y para siempre si no entresaco lo precioso de lo vil, la paja del oro, la humedad del aire, la grasa de la fibra, el colesterol de la salud, tu sueño de mí.

La ciudad soporta mercenarios y nosotros seguimos durando sin reaccionar ante tanta gracia, tanta luz, a océanos de diferencia con esas tierras donde no hay campanadas sino bombas, explosiones en lugar de palomas, aguas negras en lugar de diplomacia y cortesía. La guerra. La idiotez no tiene la culpa de ser mantenida por habladores sin palabra.

Puedo saltar hasta batir mi record, madurar a los golpes porque si no no aprendo, tener la certeza de elegir el trigal aunque el oro despegue a otra madurez. Estrategias fuera de lugar, trofeos desinformados, no sé si sabrías qué hacer con mi ambición, no sé hasta cuándo alimentaré a la bestia.


Curso en el aire enseñándome a volar, vuelo de sangre, hasta que llegue a casa no voy a parar.

miércoles, 8 de junio de 2011

amanecer

Primera noción de la mañana, tu luz, y todo lo demás viene después. 

Primer indicio de tu luz, tu Luz, y todo lo necesario viene después. 

No hay nada tan preciado sin contar con tu alba. Busco en el Eterno una mejor conducta, desde ordenar la agenda hasta desordenar las impalpables aunque certeras formas de matarse. A veces, soy un socorrista.

Intimidad con vos entre negritas e interlineados, gracia austera en simultáneo con granadas que estallan y tu presencia que sostiene y acompaña. 

Imprescindible, vos en mí. Todo lo demás viene cuando quieras.  



viernes, 3 de junio de 2011

giro

Percuten en mi nombre resonancias de las intenciones de Dios, una voluntad que no es quebranto ni sorna, ni latigazos ni laceración. Dios fortalece la vida, mi vida, esta alegría en calma, dulce caravana donde ningún exceso daña. Esta vez sí esperáme en la fiesta.

Ayer honramos a los huesos; hoy nos nace una canción de lucha y persistencia, una melodía de lo invencible, un himno crudo entonado sin entonar. Dame tu afinación con tu mirada que la música imprescindible es tu abrazo y tu aceptación.

Tardes en la ciudad, con un corazón abierto a escuchar, a curar y a bendecir. En los barrios de este pueblo hay casas que almacenan historias, familias nacientes, familias amadas, restauraciones en construcción. Gracias por tus oídos que me reciben, gracias por tus palabras que me impulsan.

En estos barrios del pueblo, las casas de nosotros están a la luz; allá afuera la oscuridad se hace sistema.

Percuten en mi nombre resonancias de la voluntad de Dios, un deseo que no es venganza ni reproche, ni acusación ni desprecio. Quiero a todos los percusionistas infinitos batiendo parches hasta que yo logre escucharlos.

Rigor del día a día, caldo que se enfría sin llegar a destino, mensajes de texto que confirman tu promesa en sangre. Prometió tu sangre, prometió tu piedra removida, las vendas solas nunca más estarán acompañadas. Todas las vendas de la incertidumbre se hacen asco, entramadas con los cerdos que son desbarrancados al precipicio irreparable.

La ventana es hacia la expansión, panorámica de tu nombre, amor en 9 D.


Esta noche elongo mis alas y giro hacia tu lumbre, sinceramente declaro no conocer un paraíso mejor.