domingo, 31 de marzo de 2013

tu resurrección

Y si en una cruz vos te diste a la muerte, en la misma cruz me diste la vida. Y si en el madero tu sangre lavó mi infierno, en la misma cruz recuperaste todas mis plenitudes. ¿Cómo imaginar tu experiencia? ¿Cómo suponer tu dolor y tu determinación?

Mejor, que todos lo entiendan, y lo crean, y obren en consecuencia; aún sin ser así, con tantos en el mundo negándote o insultándote, mi garganta cosecha tu resurrección.

Soy el recuperado, el inmerecidamente renacido, soy una voz en el desierto que se permite la disfonía, las anginas, o el silencio; sin embargo, una voz con memoria, que recuerda siempre que sos el autor de la vida y vencedor de la muerte.


GRACIAS, DIOS. Si no hubieras resucitado, tampoco yo.

jueves, 14 de marzo de 2013

inexcusable

Sólo los pájaros muertos se quedan inmóviles sobre el fuego, sólo los pies hechos corteza toleran las brasas vivas y los vidrios rotos, sólo yo seguí cuando debí salirme. No me arrepiento de otros, yo me arrepiento de mí.

Sólo los idólatras desprecian al Dios por sobre todo nombre, sólo los fanáticos confían ciegos en la virtud de un fetiche, sólo un espacio a la distancia, a conciencia y en lo alto, trae otro punto de vista, otra apreciación, otra claridad. No se trata de la decadencia del sistema, se trata de que yo no reaccioné. Yo me arrepiento de mí.

Mi desgaste pesa más que mis huesos, mi cansancio mide más que mi estatura, mi indecisión es un calambre, mi contradicción, una trombosis. Cuando pasa como flecha, una serpiente se asemeja a un cordel y una traición a un acto de voluntad propia.

No estás sano si te saliste de vos para completarte en alguien.

No existe una sola acusación a nadie. Yo me arrepiento de mí.

Este corazón tendrá que drenar para recuperar su ritmo, esta mente deberá clamar para recibir su exorcismo, para restituir a cuentas su inocencia original. Aún falta para cuantificar los daños. Quedan arterias, cimientos, sentimientos sin explorar, porcentajes y balances que ya no serán vistos, sin embargo es irreversible que la autoinmolación no sucederá de nuevo.

Yo no acribillo a nadie, no enjuicio a nadie, yo me arrepiento de mí.

Hay que sacarse el azote de encima. Sólo los imbéciles pueden creen que el verdugo lo hace por ingenuidad. El sádico castiga por placer, el mercenario por un precio, el torturador puede ser el vecino más sociable del ayuntamiento.

En aquella comuna, yo trague la angustia en una caseta sobre la ruta. Caminé solo, de madrugada, mientras ningún micro vendría. Sobrepasado, me fui de un lugar ajeno. Me prometí no volver. Me prometí acordarme siempre de lo que es quedar desamparado, inexcusable, empecinado, la peor versión de mí. Nunca tan indignado como arrepentido, nunca tan dolido como consciente.

Nunca tan consciente, nunca tan arrepentido.


Yo me arrepiento de mí.

miércoles, 13 de marzo de 2013

boda bangel g g

Y si bien el matrimonio recién empieza, habría que brindar porque, por fin, después de tanto, el corazón y el alma y las fibras tienen sobre quien descansar. Vengo a descansar, a sacarme de encima las cargas y los agobios, los sinsabores y el frío, las planillas y los vencimientos, la introversión y las incertidumbres, lo que me arrepiento y lo que me frenó, el cansancio de poner el cuerpo. Vengo porque encontré en vos una tranquilidad que no conocí jamás, vengo a quedarme, a pasearme con mucho donaire, y a abrir la puerta para ir a jugar.

Vengo a descubrirte y a redescubrirme. Creo saber quién soy pero tu versión de mí me promete aciertos desconocidos. Que yo te importe, que vos me quieras, que esta noche estemos juntos para prometernos de por vida, me habla de que hay mucho que todavía no sé aunque tenga más experiencia que años.

Vengo a distenderme en vos, ponéle que a soñar, pero mucho más vengo a trabajar para conseguir lo que queramos y destituir lo que no queramos. Vengo porque viniste, y creo saber por qué viniste vos.

Lo siento, lo huelo, lo intuyo, me lo decís con tu silencio y con tu ventarrón, con tus palabras que a veces no me escuchan y con tu ternura limpia de violencia, con tu alba y con tu atardecer. Yo sé porqué vine, y sé porqué viniste vos. No te das idea las ganas que tengo de armar el mate a la mañana y amarte a vos toda la vida.

Vengo a ser tu reposo y tu jardín de humor, tu compañía en la calle y en la carretera, en la vidriera y en el secreto, en el río y en tu hectárea temperamental. Vengo a demostrarte que, ni aún por rutinas o desgastes, estar juntos dejará de ser una buena idea.

La idea de estar acá, con toda esta gente que mira y se sonríe, que piensa: Mirá vos eh… al final se casaron, con esta logística de hacer una boda doble ciudad, toda esta idea es nuestra, nosotros nos metimos en este baile. Y me gusta, me encanta bailar con vos, bailar de a dos, bailarte y que seas mi ritmo cotidiano.

Ah… no te dije: Te traje perfumes, yo te traje Leberwurst, pero yo te traje ansiedad, y yo te traje una mudez hecha añicos, te traje besos, te traje la piel, te traje mi pacto de ser familia.

Y me traje a mí para que esta vida juntos sea mejor que andar solos y dure siempre.

sábado, 9 de marzo de 2013

al acecho

Si una vez el volcán lo arrasó todo, todas las veces puede arrasarlo también. Si una vez te pude dar de baja, todas las veces puedo velarte lo que una respiración y después reiniciarme firme, recuperado, sin miedo a regresar a la pelea. Tiritar es una sensación, mi condición no es el temblor.

Yo vi tu boca llenarse de humo, yo vi tu humo disiparse porque eran de luz tus palabras, yo vi tu luz -roja- encenderse y apagarse como una precaución en la noche, yo vi tu noche desmoronarse como una casa de arena ante el embate del mar.

Ningún océano drena a través de la celda de un panal. Después de traspasar los límites, el equilibrio se vuelve casi innato y va apagándose la sedición contra la autonomía. Estoy hablando de hacer un hueco en la tierra y plantar una semilla nueva, o recuperar la primera que aún sigue siendo perfecta.

En la ciudad todo se quema. Las arterias están escritas con tus variaciones, cinco líneas como calles enardecidas, cómodas para nadie, irresistibles para miles. Allí circulan frenéticos e intuitivos, mansos y desaforados, negados y perceptivos, crípticos y feligreses. En tus punteos circulan todos, todos los que vos quieras, los que te sintonizan, ninguno que te sea ajeno. Blues del rottweiler estremeciendo la madrugada, escalofrío unimembre tan real como el deseo, alineación y balanceo de un motor impronunciable, una mole de hierro más enorme que el desprecio.

Si una vez el volcán lo arrasó todo, todas las veces puede arrasarlo también. Si una vez te pude dar de baja, ya sé que la debilidad es desinformación. Ansiar es una sensación, mi condición no es la del pordiosero. Blues del rottweiler gruñendo su estocada gutural.

Nunca soy yo cuando metés el dedo en la llaga, nunca soy dócil cuando me escupís en sangre, nunca nadie me mata dos veces. Pero la noche avanza, mientras algunos se mueren y otros se matan, unos pulsan a tiempo el stop y a otros no les queda instante para resucitar. Lamiendo el borde, las puntas, las espuelas, la grey ruega por ellos mismos pecadores a esa hora, la hora de su redundante muerte; y un espíritu está allí, blandiendo el mástil, exprimiendo seis cuerdas, pellizcando clavijas, disparando riffs como la artillería del hipnotizador. La serpiente en tus pies cobra una vida que no tiene.

Pude ver el talismán a tiempo, pero tus ojos ya habían impreso el tatoo. Fiera de pelaje rojo, sola en la sabana, chorreando alquitrán. Ángel blanco, polizón del agua bendita, merodeando liturgias para experimentar su imposible transubstanciación. Sosiego ralo, calma rapada, arrasamiento de cualquier confianza. Esta noche la city no tolera no vengarse.


Un hombre al acecho es peor que el asesino.

lunes, 4 de marzo de 2013

en traducción

El más tremendo gesto de buscarte es andar derecho, seguir tus pisadas, estar a cuentas, obedecerte por sobre el tumulto emocional. En el camino de entresacar lo precioso de lo vil, con nada hay que hacer la excepción. Todo pesa, todo suma, todo está puesto en revisión, todo es lo menos que te merecés, pero para obedecerte primero tenés que accionar vos, porque mi desvergüenza se va a las manos contra tu pureza y los demonios saben que soy permeable. Por eso tu manto de piedad tiene que cubrirme siempre, desde antes de la concepción hasta después del después.

Yo estoy de acuerdo en obedecerte, como también asumo que la tensión de la mente me lleva a hacer estragos sin un ápice de reacción. Me sos imprescindible para recapacitar antes de detonar la bomba.

Ordená mis pasos. Vení a ayudarme a boxear contra mi cinismo. Dame cintura, dame tu agua, dame la estrategia del campeón.

Sos mi guía pero sos mi escolta, sos mi amigo pero sos mi guarda, sos el sol que sale sobre justos e injustos y sos esas expensas pagadas tardísimo en una sucursal que abre temprano. Nada de lo bueno es aparte de vos, nada que yo quiera te excluye ni te menosprecia. Sos mi alteza, mi rey, el mecenas de la corte en la que hablo y en la que toco fondo para llegar al abisal corazón personal.

Me sos imprescindible para recapacitar antes de detonarme porque el peligro soy yo, un hombre-bomba sin siquiera una cultura o una mentira como atenuantes.

Por sobre tanto bla bla bla, tu Espíritu traduce lo que no me sale decir.