Aquí está. Es como una distancia todo este
alrededor y todas las telas y toda la puesta y hasta la acústica ansiada; todo
es como velado porque aquí está Dios. La memoria quiere participar incluyendo
los meridianos, el tiempo hecho mapa; sólo es capaz del presente, sólo es capaz
de admirar.
Un suburbio santo cierra a las 23, un cuatro de
algún octubre me hace acampar en tus labios y te culmina dentro de mi arpegio,
hasta Luis Alberto fotografía con su compact este nuevo dominio de los
sentimientos. Podrán en la ciudad tergiversar todas las plazas, pero tan eterna
como la celebración será nuestra casita de gas. Prometo descubrir nuevos y
extraños gases, fluidos del jubileo, isobaras de complementarse; prometo
combinar secretas fuerzas internas que camino a la pasión desembocan en un
huracán I’ Love you, Baby. Entérense, mortales: aquí está Dios.
Pueblo Gálvez, tiempos sobre tiempos. Compositor de
la luz ermitaña, el hambre y la sed de una liberación. Estar juntos no es el
destino, vos y yo no somos el beso de la buena ventura, el mundo sabrá que este
amor consiste en tres y porque tres este amor es uno. Dios es la química
perfecta que nos liga, que nos llama.
Dejáme derretir el pasado ausente de vos, dejáme
confundir a la Rosa de los Vientos porque mi único cardinal deseado es tu
noche, tu Supremo. Pueblo Gálvez, choza perfumada de flauta. Pueblo de la luz
ermitaña, aleluyas de cavernas para obedecer al Eterno. Como una distancia,
todo este alrededor. En el seno de los espíritus está conmoviéndose el Supremo,
el Total, todo es Él.
Hoy debo declararte mis votos, mis naves y mis
naos, aunque yo les echaría a los mares porque estoy en la certeza de que
Pueblos es el crescendo de un águila.
El la llama desde Rumipal, ella contesta cantando,
miradas que baldean y conducen a la caricia. Chacarera mistonga, tangos de La
Quiaca, fuego gris y punto cruz, naranjo en flor, paisaje de los que se
encuentran sin buscarse. El la captura, ella se esfuma y regresa en seducción,
constelación boreal aparecida en el tapial de la adolescencia, Pueblo Gálvez,
Pueblo Pablo.
Novecientos pájaros en la madrugada encienden el
alma, alumbran la voz; novecientos pájaros para deshacerse entre esta gloria
que llena el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en la Galilea de los
gentiles.
La sociedad está aturdida de silencios. Bandas
generosas de música anuncian en el huracán que ya el alba está sangrando como
sangra entre espigas la baguala de las chayas en febrero, como se derraman en
espirituoso vino mis sentidos frente a los tuyos. Novecientos pájaros en la
madrugada rasguñan la voz y la regresan al viento. En el seno de los espíritus
está conmoviéndose el Supremo, y ya sin palabras en esta noche -Pueblo María, Pueblo
Pablo- desde el mar se abre un sendero, Buenos Aires será otra cruz vacía y por
siempre la promesa se mantendrá viva y se cumplirá.
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