martes, 23 de abril de 2013

en guerra

El usurpador se hace ciego porque pierde la riqueza de respetar el bien ajeno. El ladrón se hace mula porque subestima su potencial ignorando la grandeza de plantar una semilla. El burlador se piensa ileso, y denigra a su prójimo. Todos los agresores, primero, se atacan a sí mismos.

En la ciudad a oscuras, con tantos egoístas impermeables a la reciprocidad, el tabaco que fuma el asesino miente ser una luz. Nadie que insulte a los que reconstruyen quedará erguido a la hora de la urgencia. País berreta, relato sin héroes, soberbia imposible de camuflar. Ni el burlador, ni el ladrón, ni el usurpador podrán vez alguna amaestrar su miseria. Todos los miserables, primero, se saquean a sí mismos.

Sigamos reconstruyendo aunque no nos crea nadie. Edifiquemos la muralla porque es con entusiasmo el trabajo. Gente por familias, familias como luciérnagas en Uganda, solos que se reencuentran con su autoestima, y todos haciendo guardia en los lugares más desguarnecidos. Pelaje de espadas, caparazón de arcos, cuero de flechas, piel de las lanzas por las que los mercenarios no volverán a pasar. Sigamos en alerta que, esta vez, la guerra es nuestra.

Examinar la situación y no temer, tener presente al Grande y Temible, pelear por los hermanos y los amigos, los hijos y las hijas, las esposas y los hogares, ir al frente por nosotros y degollar la cobardía.

Ni los egoístas, ni los desagradecidos, ni los desmemoriados, ni los traidores están en la línea de fuego. Están en lástima, dan lástima, lastiman con su apatía, pero el enemigo comprueba en sangre propia que Dios frustró sus planes

Y regresamos a la fortaleza, cada uno a su trabajo. Y trabajamos en la obra sin dejar de permanecer armados. Y no descuidamos la edificación ni el contraataque. Llevamos la espada a la cintura y la bendición a la voz. Yahveh pelea por nosotros. Y desde el amanecer hasta las estrellas montamos guardia porque son tremendos los tiempos que corren. Y nos quedamos en Jerusalén para ser centinelas en la noche y obreros en el día.

Que nadie se desvista para nada, que todos permanezcan bien listos para la defensa. No somos frágiles ni estúpidos, extrasensibles ni desertores. Somos hombres de paz cantando la Profecía de Victoria mientras atravesamos estos años de daños.

Con tu integridad cerca, soy un soldado más listo. Con tu integridad hacia el mundo, los santos perderán menos tiempo.

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