El usurpador se hace ciego porque pierde la riqueza de respetar el bien
ajeno. El ladrón se hace mula porque subestima su potencial ignorando la
grandeza de plantar una semilla. El burlador se piensa ileso, y denigra a su
prójimo. Todos los agresores, primero, se atacan a sí mismos.
En la ciudad a oscuras, con tantos egoístas impermeables a la
reciprocidad, el tabaco que fuma el asesino miente ser una luz. Nadie que
insulte a los que reconstruyen quedará erguido a la hora de la urgencia. País
berreta, relato sin héroes, soberbia imposible de camuflar. Ni el burlador, ni
el ladrón, ni el usurpador podrán vez alguna amaestrar su miseria. Todos los
miserables, primero, se saquean a sí mismos.
Sigamos reconstruyendo aunque no nos crea nadie. Edifiquemos la muralla
porque es con entusiasmo el trabajo. Gente por familias, familias como
luciérnagas en Uganda, solos que se reencuentran con su autoestima, y todos
haciendo guardia en los lugares más desguarnecidos. Pelaje de espadas,
caparazón de arcos, cuero de flechas, piel de las lanzas por las que los
mercenarios no volverán a pasar. Sigamos en alerta que, esta vez, la guerra es
nuestra.
Examinar la situación y no temer, tener presente al Grande y Temible,
pelear por los hermanos y los amigos, los hijos y las hijas, las esposas y los
hogares, ir al frente por nosotros y degollar la cobardía.
Ni los egoístas, ni los desagradecidos, ni los desmemoriados, ni los
traidores están en la línea de fuego. Están en lástima, dan lástima, lastiman
con su apatía, pero el enemigo comprueba en sangre propia que Dios frustró sus
planes
Y regresamos a la fortaleza, cada uno a su trabajo. Y trabajamos en la
obra sin dejar de permanecer armados. Y no descuidamos la edificación ni el
contraataque. Llevamos la espada a la cintura y la bendición a la voz. Yahveh
pelea por nosotros. Y desde el amanecer hasta las estrellas montamos guardia
porque son tremendos los tiempos que corren. Y nos quedamos en Jerusalén para
ser centinelas en la noche y obreros en el día.
Que nadie se desvista para nada, que todos permanezcan bien listos para
la defensa. No somos frágiles ni estúpidos, extrasensibles ni desertores. Somos
hombres de paz cantando la Profecía de Victoria mientras atravesamos estos años
de daños.
Con tu integridad cerca, soy un soldado más listo. Con tu integridad
hacia el mundo, los santos perderán menos tiempo.
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