La sal en el aire atestigua que por
estas fosas circula sensibilidad; gotas del océano agrupadas con las de un
resfrío fugaz y lágrimas que quién sabe desde cuánto hace están archivadas. Ni
siquiera el agua tiene memoria de las oportunidades desaprovechadas, ni
siquiera el lecho podría testificar acerca de esas rebeliones que día a día se
convirtieron en una inservible coraza. Es menos que un detalle la altura sobre
el nivel del mar, porque el suicida no es tal, dejó de ser, trocó en albatros y
ave rapaz, águila de paz pero rapaz para poder prevalecer al buitre y adherirse
firme a las escarpadas paredes verticales y evitar con margen el aceitoso
horizonte de la adulación. De frente al mar se respira la certificación y el
título nobiliario. El viento trae su voz maridada con espuma, enriquecida con
la autoridad infinita. Lo que antes era miedo, hoy es una experiencia
agradecida: ya no hay peligro, al menos de las mismas cosas.
Ya no hay miedo, al menos de la soledad,
porque la autonomía se parece a dar gracias por ser uno mismo.
Las rocas mojadas hablan con el agua un
devenir constante, tan continuo como innovador, tan incesante como
sorprendente. El aburrimiento no merece respeto; al aburrimiento hay que
presentarle batalla sin pompa y con sangre.
Respeto al Creador que sobre cada
pequeñez plasmó eternidad, y en cada diminuto imperceptible pronuncia su huella
como el oleaje pronuncia el misterio.
En el acantilado, el precipicio puede ser
un punto de partida o un punto terminal. No nací para terminar, yo nací para
seguir. No fui hecho para echarme al vacío como un occiso irracional, yo fui
hecho para comprender los límites y apasionarme por el vuelo en altura. Cobro
luz cuando miro hacia adelante; en la fosa no está mi promesa.
De pie ante la oportunidad. Hoy. Ahora.
Aquí y ya. Paloma me trajo para escuchar cómo mis decisiones hablan de mí.
Paloma, el Hijo y el Hacedor del nombre sin vocales ya saben desde siempre
quién soy y para qué. Pero en este mar, en esta agua, en este océano dispuesto
ante mí, mis decisiones me dan un abrazo, las águilas zapan el funk, y todo me
dice que mis chances han sido renovadas. Nadie se acuerda de lo que hice mal.
Gracias a Dios, recuperé la novedad.
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